Cuando te adentras en el mundo del maquillaje, se abre ante
tus ojos un universo de posibilidades que en un principio puede desbordar.
Porque tan importante es la calidad de los productos que empleamos para maquillarnos
como las herramientas que tenemos a nuestra disposición para aplicarlos.
En esta entrada vamos a centrarnos en una de las partes que
pasan más desapercibidas, pero que también tienen su lugar en el ritual del
maquillaje: el colorete, y más concretamente, en las brochas básicas que hay
para aplicarlo y para qué sirve cada una de ellas.
Para aplicar el colorete, y también los iluminadores, existen
dos tipos de brochas que no pueden faltar en tu kit de maquillaje: la
típica de colorete, que es redondeada, y la biselada.
En principio la brocha redondeada está más indicada para
trabajar el contorno del rostro, pero gracias a su forma nos ayuda a aplicar el
producto con cierta precisión. Además, nos permite aplicar el colorete sobre
las manzanitas de la cara y difuminar con cierta precisión hacia el pómulo y
también hacia la sien.
La brocha biselada es ideal para aplicar el colorete en la
parte que queramos y es la que mayor precisión aporta. Gracias a su forma
biselada absorbe bastante producto y distribuye a la perfección el colorete justo
por la zona deseada, de forma bonita y natural.
En cualquier caso, el maquillaje no es una ciencia exacta, y el truco está en ir probando cada tipo de brocha y descubrir cuál te funciona mejor según tus preferencias, forma del rostro y propios gustos.